sábado, 2 de noviembre de 2013

Tiesto nuevo, vida nueva

El otro día, navegando por este inmenso mar llamado la Internet, encontré el blog de otra escritora quien se sienta cada viernes con una taza de café frente a su computadora a escribir en su blog.  Esa ha sido mi intención desde agosto: sentarme cada jueves, pero hasta ahora no ha sido posible.  Por muchas razones: asignaciones, situaciones, gestiones en la calle, falta de ganas, indisciplina y procrastinación.  La lista pudiera seguir, pero creo que ya entendieron el punto.

Paso mucho tiempo frente a mi computadora, pero muy poco de ese tiempo está destinado a mi trabajo creativo, situación que tiene mi nivel de frustración en un rojo casi color vino.  Pero aquí estoy.  Intentándolo una vez más, haciendo un esfuerzo por disciplinarme y escribir at least on weekly basis.

Les presento a mi planta favorita (al menos en estos momentos):


Esta belleza estuvo en un tiesto más pequeño por muchos meses y amenazó con morirse en varias ocasiones.  Al fin, hace dos semanas la transplanté a esta canasta y la coloqué donde el sol le da todos los días.  Me sorprendo cada vez que la miro.  Es otra planta.  Creció, revivió, le gritó al mundo: ¡Aquí estoy, mírenme¡

Su actitud me hace pensar en nosotros los seres humanos.  Cuantas veces estamos en una situación de dolor, de estancamiento, de conformidad y simplemente no salimos de ella.  Nos quedamos ahí eternamente sin tomar acción, estancados y muriendo lentamente.  Nuestras raíces no tienen espacio para crecer y eso se refleja en nuestras hojas.  Cuantas veces aguantamos un mal trabajo, una pésima relación, una situación insoportable solo por miedo al cambio, por miedo a la soledad, por miedo al que dirán.  Todos los miedos del mundo se agolpan en nuestra cabeza y nos limitan, impidiendo que tomemos acción sobre nuestra situación.  Lamentablemente ella no podía transplantarse por sí sola.  Nosotros sí.

Por experiencia sé que esto es cierto y posible.  Por muchos años estuve en situaciones y lugares que no contribuían a mi crecimiento por diversas razones, pero tenía miedo de salir de ellas.  Una vez lo hice, vi como florecí.  Yo no me daba cuenta que estaba muriendo, pero las personas a mi alrededor sí lo notaban.  Mi mejor amiga y mi madre, por ejemplo, vieron el cambio, vieron mi florecer y a mí me sorprendió que yo no lo hubiera visto: el tiesto era muy pequeño.

Si te sientes ahogad@, si ves que no estas creciendo, que estas estancad@, no lo pienses más y cambia de tiesto!!

1 comentario:

  1. ¡Me encantó, Rosa! Me has motivado. Voy a escribir otra vez. Descubrí que necesito transplantarme y no esperaré más para hacerlo. ¡Gracias!

    ResponderEliminar